Viejo verde
Era profesor del Liceo Santa Sofía desde sus 28 años; con treinta años de antigüedad, y habiendo sido director de estudios de secundaria en tres oportunidades, era considerado un 'dinosaurio sagrado' en el prestigioso establecimiento.
Tuvo dos hijos (ya casados e independientes en los fatales momentos) y su esposa, -la Prof. Sainz- trabajaba como profesora de religión por quince años en el mismo establecimiento de su esposo. Durante sus años de trabajo, Gus -como le decían sus allegados- se distinguió consistentemente y en los pasillos del Liceo se pueden aún ver varios cuadros conmemorativos con su imagen y / o su nombre.
El prestigio del Prof. Gustavo Tirado, autor de algunos librillos, colaborador de una prestigiosa radio, viajero inagotable por el mundo entero, fanático de la guitarra y sociable miembro de la comunidad, era envidiable para decenas de jóvenes maestros que veían en el "profe Gus" un modelo de éxito docente, digno de ser imitado.
De vez en cuando se oían rumores de sus "travesuras" con alumnas o guapas madres de familia, pero no pasaban de ser susurros muy subterráneos que en todo caso, no fueron de modo alguno expresados de viva voz.
El hecho es que desde su única y breve separación conyugal, hace mas de trece años atrás (cuando su primero hijo se ausentó de casa por una beca y el segundo se metió en problemas con los chicos del barrio) el profe Gus había conocido el curioso y renovador sentimiento vigorizante de la seducción de jovencitas.
El deseo es una llama que alimentada, puede devorar hasta a si misma. El ver desnuda en cama, acostada a su lado, a una señorita que acababa de ser poseída por el, daba a este maduro y respetado profesor, la misma descarga que siente el heroímano que en paz y sin peligro, se inyecta en la vena su veneno. La primera "conquista" fue seguida por decenas y decenas mas. Envuelto en el torbellino de la carne, al cabo empezó a disfrutar con mujeres casadas (madres de sus alumnas) y energizado por sus deseos, sabía mantener el perfil tradicional y conservador de décadas atrás.
Tres años antes del infausto año en el que sucedieron los hechos finales, la junta directiva de la fundación propietaria del Liceo, decidió ascenderlo a la posición de Director General del Liceo. En tal posición el "Señor Director" disfrutó mas que nunca de sus muy veladas seducciones, entre premios y reconocimientos surtidos.
En su descargo, puede decirse que sabía hacer sus travesuras: nadie descubrió in fraganti al profe Gus, nadie denunció jamás acoso ni presión alguna (aunque en varias oportunidades tuvo que usar una palanca, a la manera de Arquímedes) y su mujer nunca tuvo motivo de sospecha (era asidua integrante de una comunidad de beatas). Además, todas sus "conquistas" mantenían estricta reserva por temor social al escándalo y rechazo, aunque debe reconocerse que buen numero de ellas se tornaban fanáticas de su seductor y aguardaban en secreto el volver a ser motivo de su preferencia. La verdad, no siendo Gustavo Tirado un hombre particularmente atractivo, podía suponerse que sabía "tratar" a las mujeres.
Con seguridad, el paro cardiaco que mató a Gustavo Tirado hubiese sido la antesala de su ingreso definitivo del salón de la fama educativa en su ciudad, de no haber tocado a la puerta la traviesa fortuna.
Se había fijado para el día del maestro, el día de agasajo al "Sr. director"; se lo condecoraría con una medalla al honor, se cortaría la cinta a la nueva ala de aulas de primaria que llevaría su nombre, y se bautizaría simultáneamente a la décima tercera promoción que llevaría su nombre.
Quince días antes del evento, estalló el destino del profe Gus. Habiendo sido convocado a una reunión de urgencia, recibió en su oficina a un equipo de epidemiólogos oficiales que confidencialmente, informaron que una alumna del último curso de secundaria era HIV positiva, y debían coordinar el seguimiento e interrupción de la cadena de contagio de tan peligroso virus. No hubo oposición alguna, hasta escuchar el nombre de la alumna. Pronunciado la identificación de la víctima, Gustavo Tirado sufrió un desmayo: el primero de una serie de eventos que darían fin a la vida del director y cancelarían todos los actos previstos en su honor.
En las entrevistas con los especialistas, la alumna tuvo que reconocer: muy posiblemente se había contagiado en un viaje de veraneo en el delta, con unos turistas europeos de quienes no supo nunca mas nada, y poseía vida sexual activa con algunos jóvenes de la ciudad y el profesor Gustavo Tirado, ¡desde un año y medio!
La llamada del Dr. Acosta (para informarle que dadas las averiguaciones realizadas, el debía hacerse la prueba Elisa y debía declarar con los epidemiólogos encargados) dio lugar al primer infarto, que gracias al excelente estado físico del maduro hombre, pudo ser resuelto en dos días en la prestigiosa clínica "Escvlapivs".
El segundo infarto no tardó mucho y se produjo al saber que su esposa se había desmayado y permanecía inconsciente al enterarse de la vida secreta de su marido. Volvió a la clínica y una vez estabilizado, tuvo que permanecer internado, hasta que supo que habiendo trascendido su vida íntima, se generó -en el Liceo- un escándalo de proporciones inimaginables por el terror de cinco madres de familia y doce jovencitas sintieron al saber que intercambiaron fluidos corporales con Gustavo Tirado, posible vector de SIDA.
Aun consciente, pero con fibrilaciones esporádicas, el profe Gus se despidió aterrado de la vida, cuando vió entrar a su pieza el médico con su informe serológico: ante el adusto rostro del facultativo, este profesor de años de servicio pensó adivinar su condición de portador del HIV, y expiró incapaz de dominar ya sus emociones.
El médico dejó de lado el informe, llamó a la enfermera y trató de recuperar al fallecido y atormentado profesor, sin éxito. El informe -a quien importaría ya- decía: Test Elisa reactivo HIV: negativo.
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Oscar Achá (1º -IV-06)
Tuvo dos hijos (ya casados e independientes en los fatales momentos) y su esposa, -la Prof. Sainz- trabajaba como profesora de religión por quince años en el mismo establecimiento de su esposo. Durante sus años de trabajo, Gus -como le decían sus allegados- se distinguió consistentemente y en los pasillos del Liceo se pueden aún ver varios cuadros conmemorativos con su imagen y / o su nombre.
El prestigio del Prof. Gustavo Tirado, autor de algunos librillos, colaborador de una prestigiosa radio, viajero inagotable por el mundo entero, fanático de la guitarra y sociable miembro de la comunidad, era envidiable para decenas de jóvenes maestros que veían en el "profe Gus" un modelo de éxito docente, digno de ser imitado.
De vez en cuando se oían rumores de sus "travesuras" con alumnas o guapas madres de familia, pero no pasaban de ser susurros muy subterráneos que en todo caso, no fueron de modo alguno expresados de viva voz.
El hecho es que desde su única y breve separación conyugal, hace mas de trece años atrás (cuando su primero hijo se ausentó de casa por una beca y el segundo se metió en problemas con los chicos del barrio) el profe Gus había conocido el curioso y renovador sentimiento vigorizante de la seducción de jovencitas.
El deseo es una llama que alimentada, puede devorar hasta a si misma. El ver desnuda en cama, acostada a su lado, a una señorita que acababa de ser poseída por el, daba a este maduro y respetado profesor, la misma descarga que siente el heroímano que en paz y sin peligro, se inyecta en la vena su veneno. La primera "conquista" fue seguida por decenas y decenas mas. Envuelto en el torbellino de la carne, al cabo empezó a disfrutar con mujeres casadas (madres de sus alumnas) y energizado por sus deseos, sabía mantener el perfil tradicional y conservador de décadas atrás.
Tres años antes del infausto año en el que sucedieron los hechos finales, la junta directiva de la fundación propietaria del Liceo, decidió ascenderlo a la posición de Director General del Liceo. En tal posición el "Señor Director" disfrutó mas que nunca de sus muy veladas seducciones, entre premios y reconocimientos surtidos.
En su descargo, puede decirse que sabía hacer sus travesuras: nadie descubrió in fraganti al profe Gus, nadie denunció jamás acoso ni presión alguna (aunque en varias oportunidades tuvo que usar una palanca, a la manera de Arquímedes) y su mujer nunca tuvo motivo de sospecha (era asidua integrante de una comunidad de beatas). Además, todas sus "conquistas" mantenían estricta reserva por temor social al escándalo y rechazo, aunque debe reconocerse que buen numero de ellas se tornaban fanáticas de su seductor y aguardaban en secreto el volver a ser motivo de su preferencia. La verdad, no siendo Gustavo Tirado un hombre particularmente atractivo, podía suponerse que sabía "tratar" a las mujeres.
Con seguridad, el paro cardiaco que mató a Gustavo Tirado hubiese sido la antesala de su ingreso definitivo del salón de la fama educativa en su ciudad, de no haber tocado a la puerta la traviesa fortuna.
Se había fijado para el día del maestro, el día de agasajo al "Sr. director"; se lo condecoraría con una medalla al honor, se cortaría la cinta a la nueva ala de aulas de primaria que llevaría su nombre, y se bautizaría simultáneamente a la décima tercera promoción que llevaría su nombre.
Quince días antes del evento, estalló el destino del profe Gus. Habiendo sido convocado a una reunión de urgencia, recibió en su oficina a un equipo de epidemiólogos oficiales que confidencialmente, informaron que una alumna del último curso de secundaria era HIV positiva, y debían coordinar el seguimiento e interrupción de la cadena de contagio de tan peligroso virus. No hubo oposición alguna, hasta escuchar el nombre de la alumna. Pronunciado la identificación de la víctima, Gustavo Tirado sufrió un desmayo: el primero de una serie de eventos que darían fin a la vida del director y cancelarían todos los actos previstos en su honor.
En las entrevistas con los especialistas, la alumna tuvo que reconocer: muy posiblemente se había contagiado en un viaje de veraneo en el delta, con unos turistas europeos de quienes no supo nunca mas nada, y poseía vida sexual activa con algunos jóvenes de la ciudad y el profesor Gustavo Tirado, ¡desde un año y medio!
La llamada del Dr. Acosta (para informarle que dadas las averiguaciones realizadas, el debía hacerse la prueba Elisa y debía declarar con los epidemiólogos encargados) dio lugar al primer infarto, que gracias al excelente estado físico del maduro hombre, pudo ser resuelto en dos días en la prestigiosa clínica "Escvlapivs".
El segundo infarto no tardó mucho y se produjo al saber que su esposa se había desmayado y permanecía inconsciente al enterarse de la vida secreta de su marido. Volvió a la clínica y una vez estabilizado, tuvo que permanecer internado, hasta que supo que habiendo trascendido su vida íntima, se generó -en el Liceo- un escándalo de proporciones inimaginables por el terror de cinco madres de familia y doce jovencitas sintieron al saber que intercambiaron fluidos corporales con Gustavo Tirado, posible vector de SIDA.
Aun consciente, pero con fibrilaciones esporádicas, el profe Gus se despidió aterrado de la vida, cuando vió entrar a su pieza el médico con su informe serológico: ante el adusto rostro del facultativo, este profesor de años de servicio pensó adivinar su condición de portador del HIV, y expiró incapaz de dominar ya sus emociones.
El médico dejó de lado el informe, llamó a la enfermera y trató de recuperar al fallecido y atormentado profesor, sin éxito. El informe -a quien importaría ya- decía: Test Elisa reactivo HIV: negativo.
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Oscar Achá (1º -IV-06)
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